El Carnaval de Barranquilla es una de las mayores joyas culturales de Colombia, una época en la que la música, la danza y la tradición nos unen como pueblo. Pero este año algo ha cambiado. Menos colombianos asisten. ¿Por qué? Porque no se sienten seguros.
La caída de la asistencia: un símbolo de inseguridad
El Carnaval, que antes era una fiesta llena de vida y color, ahora refleja el miedo que sienten muchos colombianos al salir a la calle. La violencia, la delincuencia y la inseguridad son factores que han provocado una caída considerable de la asistencia. Y lo más triste es que se trata de una inseguridad que este gobierno no ha logrado controlar.
Los comercios locales que dependen del turismo y de la afluencia durante el Carnaval luchan por sobrevivir. Menos turistas y menos colombianos se sienten lo suficientemente seguros para disfrutar de nuestra fiesta más grande.
Mientras tanto, Petro parece más preocupado por hacer cambios en su gabinete que por enfrentar a los carteles, grupos armados y criminales que han tomado el control de nuestras ciudades.
Una Colombia donde las fiestas sean para todos, no solo para los valientes
Recuperar la seguridad pública: las fiestas deben ser momentos de alegría, no de miedo. Un gobierno donde se combata el crimen para que los colombianos puedan celebrar sin tener que estar pendientes de sus hombros.
Apoyar el turismo y los negocios locales: si la gente no se siente segura, nuestra economía sufrirá. Es necesaria la implementación de políticas de seguridad reales que traigan de vuelta la inversión, el turismo y la confianza a nuestras calles.
Es necesario acabar con la ineficiencia del gobierno: basta de promesas incumplidas. Basta de excusas. Es hora de que el gobierno asuma su responsabilidad y proteja a los colombianos como prometió.
El Carnaval de Barranquilla debe ser una celebración, no un recordatorio de un país fallido. Es hora de recuperar a Colombia.