La reciente liberación de 29 efectivos secuestrados en el suroeste de Colombia ha generado un debate entre quienes la consideran un éxito y quienes ven en ella una señal de problemas más profundos. Mientras el gobierno presenta la liberación como un triunfo, la verdadera pregunta es: ¿por qué fueron secuestrados en primer lugar? ¿Qué revela este hecho sobre la situación en esta región, donde este tipo de incidentes siguen ocurriendo?
Durante años, zonas como El Plateado han estado al margen de la presencia estatal, recordadas únicamente en momentos de crisis. El secuestro de estos oficiales por disidencias de las FARC no es solo un problema de seguridad; es el reflejo de una desconexión profunda entre el gobierno y las comunidades que habitan estas regiones. Las personas que viven allí, atrapadas en medio de conflictos violentos, han denunciado por mucho tiempo el abandono, la falta de desarrollo y la ausencia de oportunidades económicas.
Si el Estado solo llega con fuerza militar y no con soluciones reales—educación, salud y empleo—las causas estructurales de la violencia nunca se resolverán. No se trata solo de garantizar la seguridad de la fuerza pública; se trata de garantizar la seguridad y el bienestar de las comunidades que viven en estos territorios. Una solución sostenible debe ir más allá de la presencia militar e incluir un compromiso real con la mejora de la calidad de vida de estas regiones.
Somos Justicia cree que la paz y la seguridad no se logran únicamente con el uso de la fuerza. Las comunidades de estas zonas olvidadas necesitan ser escuchadas y tener un papel en la construcción de su futuro. En lugar de ver estos territorios solo como zonas de conflicto, el gobierno debe abrir un diálogo real, reconocer sus necesidades y trabajar en soluciones de desarrollo a largo plazo. Una mesa de trabajo que involucre a líderes locales, sociedad civil y representantes del gobierno podría ser un paso clave para reconstruir la confianza y encontrar soluciones sostenibles.
La pregunta no es solo si el secuestro de estos oficiales es un fracaso de la seguridad, sino si el Estado está fallando a estas regiones en su totalidad. Si el gobierno no asume un compromiso real con la inversión económica, la infraestructura y el desarrollo social, los ciclos de violencia continuarán repitiéndose. La gente de El Plateado—y de tantas otras regiones en condiciones similares—merece un futuro en el que se les escuche, en el que la seguridad sea más que una operación temporal y en el que las oportunidades reemplacen la violencia como el motor del cambio.
Es hora de actuar. La seguridad debe ser integral, y la verdadera paz solo llega con inclusión y desarrollo. Únete a la conversación en https://tuvoz.co y ayúdanos a construir un futuro donde cada rincón de Colombia importe.