Durante años, el pueblo Wayuu en el norte de Colombia ha enfrentado una de las crisis humanitarias más graves del país. Sequías extremas, infraestructura deficiente y el abandono gubernamental han dejado a miles de personas luchando por acceder a los recursos más básicos: agua potable, atención médica y carreteras. A pesar de las innumerables promesas de los políticos, las soluciones reales siguen siendo inalcanzables. La verdad es que los Wayuu no necesitan ayuda temporal ni gestos simbólicos, sino infraestructura duradera que garantice su dignidad y su futuro.
La falta de acceso a agua potable ha sido una sentencia de muerte para muchos niños Wayuu, quienes siguen sufriendo de desnutrición y enfermedades prevenibles. Esta crisis no es un accidente del destino, sino el resultado de fallas sistemáticas del gobierno. Aunque se han asignado fondos para proyectos de infraestructura en la región, la corrupción y la ineficiencia han impedido que se conviertan en realidad. En lugar de soluciones sostenibles, los Wayuu han sido abandonados con limosnas temporales y promesas vacías.
De la misma manera, la falta de hospitales y centros de salud en la región ha obligado a miles de personas a recorrer largas distancias para recibir atención médica básica. Mujeres embarazadas, ancianos y niños son los más afectados por la ausencia de servicios médicos adecuados. Ninguna comunidad en Colombia debería tener que luchar por el derecho a la salud en pleno siglo XXI.
Las carreteras y redes de transporte son igual de críticas. La falta de infraestructura vial aísla a las comunidades Wayuu, dificultando el transporte de alimentos, medicinas y bienes esenciales. Sin este acceso básico, las oportunidades económicas son casi inexistentes y comunidades enteras quedan desconectadas del progreso. ¿Cómo espera el gobierno que estas regiones prosperen si están físicamente separadas del resto del país?
Somos Justicia cree firmemente que la infraestructura no es un privilegio, es un derecho. El acceso a agua potable, hospitales y carreteras no puede seguir siendo utilizado como moneda de cambio en el juego político. Nuestra visión es impulsar proyectos que realmente transformen estas comunidades, asegurando que los fracasos del gobierno no sigan determinando su destino.
Sin embargo, esta responsabilidad no recae en un solo político. Se necesita una administración y un Congreso dispuestos a dejar de lado sus diferencias, frenar su codicia y encontrar la manera de presupuestar y reparar esta crisis antes de irse a almorzar en un restaurante costoso con sus amigos. Gobernar no se trata de aprovecharse del sistema, sino de arreglarlo. El pueblo colombiano no debería tener que mendigar lo que es su derecho fundamental.
Es hora de dejar atrás la ayuda superficial y exigir soluciones sostenibles y a largo plazo. Los Wayuu han esperado demasiado. Únete a la lucha por una infraestructura que empodere, no que simplemente sostenga. Visita https://tuvoz.co y actúa por una Colombia donde la dignidad sea un derecho, no un privilegio.