El gobierno colombiano ha vuelto a suspender las negociaciones de paz, argumentando que la violencia del ELN y las disidencias de las FARC sigue en aumento. Mientras tanto, estos grupos armados continúan imponiendo su ley en amplias regiones del país. Esto plantea una pregunta clave: ¿pueden los diálogos de paz realmente funcionar si el Estado no tiene control sobre su propio territorio?
Durante décadas, Colombia ha entrado en ciclos de negociaciones que terminan en acuerdos frágiles en lugar de una paz duradera. Si bien el diálogo es fundamental, no puede reemplazar el verdadero ejercicio del gobierno y la seguridad. Cuando los grupos armados siguen operando libremente, extorsionando comunidades y reclutando jóvenes, la supuesta paz no es más que una ilusión. Sin una capacidad real para hacer cumplir la ley en estos territorios, los acuerdos de paz se convierten en simples promesas sobre el papel.
La situación actual demuestra que la paz requiere más que conversaciones: requiere acción. Las comunidades en zonas de conflicto necesitan protección, desarrollo económico y un gobierno que no solo firme acuerdos, sino que tenga la capacidad de hacerlos cumplir. En lugar de pausar y reanudar negociaciones constantemente, el gobierno debe presentar una estrategia clara y efectiva que combine presencia militar, programas sociales y alternativas económicas reales para las regiones afectadas.
Somos Justicia apoya un proceso de paz, pero uno basado en hechos y no en palabras vacías. Una negociación real debe exigir compromisos de todas las partes, no solo del gobierno. Los grupos armados no pueden seguir dictando los términos de la paz mientras continúan sembrando el terror. Para que los diálogos sean efectivos, deben estar respaldados por un gobierno con la voluntad y la capacidad de implementar sus acuerdos.
El pueblo colombiano merece una paz real y duradera, no solo gestos simbólicos. Sin control territorial, sin capacidad de proteger a las comunidades y sin una postura firme contra quienes violan los acuerdos, la paz seguirá siendo una ilusión. Es momento de exigir una estrategia que garantice seguridad y estabilidad junto con la negociación, y no en lugar de ella.
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